El Mante, Tamaulipas.- La mayoría de los políticos no saben cómo llegarle a los jóvenes, porque piensan como políticos y esto bloquea la conexión con un sector demasiado importante para definir el rumbo de una elección.
Cuando Chemo Salazar, les dice «¿Que hay raza?» los chavos se relajan y sonríen entre ellos y aceptan la empatía que se va generando, y al final, terminan convencidos de que él podría ser un buen alcalde para El Mante.
Con la estafeta del Partido Encuentro Social, Chemo mantiene un estilo desacartonado que de inmediato lo convierte en alguien con quien puedes platicar, sin el temor de que te vayan a regañar o algo por el estilo, porque esa es la costumbre: los adultos tienden a dar consejos cuando nadie se los pide.
Para Chemo es como una reunión familiar, así platica en casa, con mucha soltura y comodidad, porque así ha sido siempre, por eso no se le complica entablar un diálogo con personas más jóvenes que él, porque mantiene una actitud afable que los demás notan de inmediato.
Cuando Chemo se reúne con ellos, no les pregunta ¿cómo han estado? o ¿en qué año vas?… va directo al punto para entrar en armonía con una generación apenas abajo de la suya, y plantea: ¿cómo podemos mejorar su desarrollo en la sociedad? y entonces como por arte de magia surge la lluvia de ideas.
En ese ambiente los chavos ya no tienen temor de expresarse, ya no sienten la barrera de la autoridad, al contrario, sienten cercano a un amigo, a alguien que no los juzga y que comprende sus necesidades, por eso se atreve a preguntarles cómo podemos resolver el tema del desarrollo de la juventud.
Y entonces Chemo Salazar, se gana la confianza de ellos, y cuando se va, se queda una extensión de él con ellos, esa parte intangible que no podemos tocar pero sí imaginar, con buen sabor de boca: la comunicación no verbal, la imagen, la primera impresión, eso para ellos, basta para confiar en él.