NUEVO LAREDO, TAM.- Con una frase se identifica Enrique Rivas Cuéllar: “Hay que ser fieles, porque hay mucho que defender, el hombre colabora activamente en la defensa del orden universal”.
Es un extracto del libro El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz.
Sin embargo, lo que hasta hoy marca su vida es el consejo que le dio su padre, Don Enrique Rivas Ornelas: “No utilices tus conocimientos para humillar a la gente”.
La gente reconocía a su papá por su calidad humana, como el amigo que nunca perdió el piso, recuerda Rivas con admiración.
Hoy, el candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la Diputación local por el Distrito I, una vez más se inspira en Don Enrique, el luchador social, y tiene claro que el servicio público significa dar de sí antes de pensar en sí; aportar capacidades y conocimientos al propósito del bien común, de tener en la colectividad un mejor entorno.
“Tanta sociedad como sea posible y tan sólo tanto gobierno como sea necesario, mi compromiso es el bien común, luchar por la educación, por la salud, como lo he hecho siempre”, afirma.
Enrique vivió en una familia feliz encabezada por su papá y Doña Enriqueta Cuéllar, trabajadora al servicio de la ciudadanía, quienes formaron con bases sólidas a sus tres hijos.
Desde muy chico, Rivas vivió rodeado de la política y los medios de comunicación, con un padre periodista y funcionario público, sindicalista y militante en el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), por el que fue Diputado local en el trienio 1975-1977.
Rivas Cuéllar muy joven conoce a Silvia Adriana, su esposa y madre de sus tres hijas, Ana Sofia, Mariana y Alexa Rivas Herrera, a quienes desea dejarles un legado y que se sientan al menos la mitad de orgullosas de lo que él se siente de su padre.
Enrique Rivas fue alcalde por el PAN en un periodo de 2 años, de 2016 a 2018, cuando se convirtió el primero de Nuevo Laredo en reelegirse por otro lapso de 3 años.
El precedente no lo cambió. Asegura que un cargo público no lo hace ni más ni menos importante; siempre debe desempeñarse para tenderle la mano a quien sea, inclusive a quien piensa diferente a él.
Esa es la fortaleza de Enrique Rivas.
Apasionado y romántico; buen amigo y mejor padre, esposo e hijo, agradece a Dios la oportunidad de servir a los demás, pues asegura este es el propósito de la vida.
-Si pudiera pedir un deseo ¿cuál sería?- se le pregunta.
La respuesta es inmediata: que la pandemia de Covid-19 que aqueja al mundo desaparezca.
“Vi el dolor en familias que perdieron a gente que no debía morir, gente que aportaba, de bien inclusive que no fumaba, no tomaba, no salía, dedicados al trabajo; ejemplos como padres, amigos…y se fueron. La pandemia ha dejado una profunda cicatriz en el mundo y las familias de Nuevo Laredo”, manifiesta con tristeza.
El corazón de Enrique Rivas no guarda rencores, no guarda enojos, siempre busca ser moderado, ecuánime, respetuoso y siempre tiene presente: vivir y servir por y para Nuevo Laredo.