Diariamente suman 15 mil 156 kilómetros, un tercio de una vuelta alrededor de nuestro planeta, y recogen aproximadamente mil 860 toneladas de residuos, equiparable al peso de 676 hipopótamos, que son los segundos animales terrestres más pesados: en promedio un macho adulto pesa dos mil 750 kilos, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México 2019.
Las mujeres y hombres encargados de la limpieza de centros históricos, avenidas principales, parques públicos y demás espacios urbanos de esta y otras urbes realizan una labor crucial para que los residuos tengan mejor disposición y no terminen saturando las alcantarillas o en sitios en los que se daña el medio ambiente al contaminar cuerpos de agua, suelo y aire.
Así lo afirma la académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM y especialista en Gestión Integral de Residuos, Nancy Merary Jiménez Martínez, quien con motivo del Día del Barrendero -que se conmemora el 8 de agosto- llama a revalorar su trabajo y a ser conscientes de la responsabilidad que tenemos con nuestros desechos, a fin de que tengan una disposición final segura.
“Es muy importante reconocer que los residuos no desaparecen cuando yo los saco, pasa el camión y aparentemente se lleva mi bolsa de basura. El rostro visible de los sistemas de aseo urbano son estos hombres y mujeres, barrenderos y barrenderas, pero también quienes trabajan en el camión recolector, las plantas de tratamiento, los sitios de disposición final. Esta fecha nos debe ayudar a visibilizar eso que a veces no queremos ver, que creemos que nuestra responsabilidad con los residuos acaba al echarlos en una bolsa”, asegura.
En diversas ocasiones también recolectan la basura de viviendas y comercios que se ubican en calles y avenidas que limpian, trabajo por el cual suelen recibir salarios precarios.
“En grandes urbes como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey se ha prestado mucho a que converjan los trabajadores formales, que pertenecen a las alcaldías o municipios, con un importante sector informal a quienes se llama ayudantes o voluntarios, quienes muy probablemente no forman parte de la nómina y sólo reciben propinas”, explica.
Sus ingresos son de sobrevivencia y aunque colectan materiales susceptibles de aprovechamiento, no obtienen un volumen considerable que les permita negociar buenos precios por ellos.








