Varios países y altos mandos del mundo han manifestado gran rechazo este lunes 27 de mayo por el ataque de Israel en Rafah después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) le ordenó al ejército Israelí suspender sus operaciones en esa zona del extremo sur de la Franja de Gaza.
Sin embargo, el ataque se produjo en el campamento de Barkasat, gestionado por la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) y, de acuerdo con las cifras provisionales ofrecidas por el Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, provocó al menos 50 muertos.
El Ejército israelí, en su versión de los hechos, señaló que fue una acción basada en «inteligencia precisa» y dirigida contra dos altos cargos de Hamás.
Los ataques contra «familias en busca de refugio» son «aterradores», declaró UNRWA en la red social X, que alegó además no poder contactar con sus trabajadores en el terreno para confirmar su ubicación o asegurarse de su bienestar.
«Gaza es el infierno en la tierra. Las imágenes de la pasada noche son otra prueba de ello», compartió la agencia.
El bombardeo se produjo en una zona que era considerada como «segura», ya que el Ejército israelí aún no había ordenado evacuarla en el marco de la operación militar en la ciudad que lleva a cabo desde el 6 de mayo, y por la que sí ha llamado a vaciar áreas del este y centro de Rafah.
Desde que comenzó la polémica ofensiva contra esta localidad al sur de la Franja, casi un millón de personas han huido de la violencia, la mayoría a las playas de Al Mawasi, hacinados y sin servicios de saneamiento o agua potable.
Tras el ataque, el Ejército israelí mantuvo sus operaciones en el norte de la Franja, con un bombardeo al oeste de ciudad de Gaza, en el que murieron cuatro personas, según la agencia de noticias palestina Wafa.
Además, las fuerzas armadas atacaron a primera hora de la mañana de este lunes el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja, matando a tres personas y dejando varios heridos, dijo Wafa sin especificar cuántos.