Pese a la aplastante derrota que sufrieron en las urnas el 2 de junio, en donde la mayoría de los mexicanos decidieron que Claudia Sheinbaum se convierta en la primera Presidenta de México, desde la oposición han surgido diversas voces para rechazar el resultado, alegado una elección de Estado y un presunto fraude electoral.
Y es que los más de 17 millones 600 mil votos de diferencia entre Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, de acuerdo a las cifras del PREP antes de los cómputos distritales, no fueron suficientes para que les quedará claro que son rechazados por un alto número de ciudadanos, por cierto, de todos los estratos sociales, no solamente por aquellos segmentos más pobres, como ha sido su narrativa tradicional.
Cuando digo voces, no me refiero precisamente a la candidata de oposición, que quizá ha sido la más mesurada de todos, señalando que solicitará el reconteo en el 80 por ciento de los paquetes electorales, para defender y garantizar el voto ciudadano, sino a los dirigentes de los partidos del PRI y del PAN, Alejandro Moreno ‘Alito’ y Marko Cortés, respectivamente, quienes rechazan los resultados contundentemente.
No sólo ellos han alzado la voz, sino muchos más, como algunos intelectuales, tal es el caso de Denisse Dresser, quien durante su análisis de la elección en la plataforma Latinus, expresó abiertamente “me entristece saber que la mayor parte de mis compatriotas volvieron a colocarse las cadenas que les quitamos”.
En una actitud sumamente arrogante al afirmar la incapacidad de quienes votaron por Morena para decidir correctamente, pero también con una actitud de superioridad cuando expresa que fueron ellos, tal vez los intelectuales o la oposición al PRI hegemónico, quienes liberaron al pueblo de su esclavitud intelectual.
Una muestra clara de su incapacidad para aceptar los resultados y peor aún para tratar de entender las razones de fondo del sentir de la gente, las causas que llevaron a los ciudadanos a respaldar la visión de transformación que plantea Morena.
Mientras que Héctor Aguilar Camín, en una mesa de análisis en Foro Tv, en donde en teoría debería imperar la objetividad, más allá de las filias políticas de sus participantes, sumamente encolerizado aseguraba que hubo un mega fraude, con una intervención del presidente López Obrador y compra de votos mediante los programas sociales.
Pero no sólo figuras políticas o mediáticas se han expresado así, también muchos ciudadanos, entre ellos conocidos, amigos y hasta familiares que abiertamente son anti obradoristas, quienes me han compartido su sentir, en donde se privilegia el enojo y me atrevería decir que hasta frustración por los resultados del domingo, en donde la mayoría de los mexicanos hablaron categóricamente.
Si bien por la cercanía y confianza que tenemos, les he explicado las razones por las que pienso se dieron estos resultados, más allá de reflexionarlas, las han rechazado en automático y aunque sus argumentos son válidos como señalar que el país vive una verdadera crisis en el tema de la violencia e inseguridad y por lo tanto es incongruente que la gente votara por Morena.
No entienden que esa razón no es suficiente para que la mayor parte de los ciudadanos rechacen el gobierno de López Obrador y el proyecto de transformación del país que prometió y que para muchos se está cumpliendo, pese a fallas en áreas como la seguridad.
No han entendido que su realidad, principalmente la de las clases medias a la que millones pertenecemos, ha sido muy distinta a la gran mayoría de los mexicanos, a esos millones que viven en los niveles sociales más bajos, en pobreza o pobreza extrema, que también han sido discriminados y excluidos simplemente por tener el infortunio de haber nacido ahí.
Esos que por generaciones no han tenido ni las oportunidades, ni se han sentido valorados por sus gobernantes (PRI y PAN) y que durante el período neoliberal, solamente se hicieron más pobres y más rechazados socialmente, sencillamente por ser pobres.
Entiendo que para muchos que como uno, pertenecen a las clases medias, que a base de trabajo y méritos han salido adelante con esfuerzo, es inconcebible que la mayoría de los mexicanos sigan a un líder político o gobernante porque les entrega dinero (apoyos sociales), más allá de que continúen problemas como la inseguridad, la corrupción y la falta de empleo.
Pues es posible, lo es, porque el Presidente López Obrador les ha brindado como gobernante aquello que ninguno de sus antecesores ha hecho, por lo menos en 30 ó 40 años, mejorar sus condiciones de vida, quizá al mínimo, pero lo ha hecho, mediante la entrega de apoyos sociales y el alza al salario mínimo que les ha permitido mejorar su bienestar.
Pero sobre todo les ha dado algo mucho más importante, algo que es intangible y que los opositores no han entendido o se niega a entender, porque para ellos no es significativo pues siempre la han tenido, les ha dado la esperanza, la esperanza de poder salir adelante, de sentirse escuchados y valorados como nunca antes lo fueron.
La mejor reflexión que he escuchado en estos días post jornada electoral, ha sido del panista Roberto Gil Zuarth, que en entrevista con Ciro Gómez Leyva expresó que la oposición no ha entendido el verdadero sentido del movimiento de transformación, catalogando al gobierno federal como autoritario y pro comunista, construyendo su narrativa a partir de un enfoque erróneo.
Coincido totalmente con sus palabras, mientras los líderes opositores no entiendan el verdadero sentido político-social del movimiento de López Obrador, ninguna de las futuras estrategias que implementarán funcionará. Partiendo de algo muy básico, como se va a solucionar un problema si tu diagnóstico está equivocado.
VOTO POR VOTO
Más allá de las encuestas, los comunicados oficiales y los grandes cierres de campaña, donde se aseguraba un triunfo contundente por parte de ambos candidatos, la mejor evaluación siempre fue el sentir social de los victorenses.
Por eso, desde la mitad de la campaña me atreví a escribir en mis columnas que la elección por la presidencia municipal de Victoria, entre Lalo Gattás y Óscar Almaraz era sumamente peleada, en donde quien tuviera la mejor movilización electoral en el ‘Día D’ se alzaría con la victoria.
Nuestros cálculos no fallaron y aún en este momento, después de tres días de la jornada electoral, se mantiene la incertidumbre de quien ocupará la silla del 17 Hidalgo, al culminar el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) con una diferencia de 205 votos entre el primero y el segundo lugar, es decir, menos del 1 por ciento de la votación total, lo que significa que se realiza el conteo voto por voto al tener una de las causales para el recuento.
Se prevé que dicho recuento se efectúe en 48 horas de forma continua, por lo que probablemente para el viernes se tengan cifras definitivas, se conozca al ganador y próximo alcalde victorense, Lalo Gattás u Óscar Almaraz.
Pese a ello y debido a la complejidad de la campaña electoral, en donde los ataques mediáticos y acusaciones de fraude prevalecieron, estamos seguros que quien resulte derrotado impugnará la elección, llevando su caso a tribunales, lo que extendería la incertidumbre durante los próximos meses.
Ya que la impugnación podría llegar hasta el mismo Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por lo que posiblemente hasta unos días antes del 1 de octubre, fecha de arranque de la nueva administración municipal se podría tomar una decisión final, la de avalar o anular la elección y ordenar su reposición.
Lo malo es que el futuro edil estará tan concentrado en el tema legal que será imposible un periodo de transición exitoso y mucho menos, si los resultados del recuento de votos le dieran la victoria al opositor Óscar Almaraz, en donde el gobierno del candidato que busca su reelección Lalo Gattás, le tuviera que entregar la administración.
Lo único que queda es esperar, confiar en que la autoridad electoral haga eficientemente su trabajo, que se respete la decisión ciudadana y que se reafirme que el pueblo manda.
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