LA NORMALIZACIÓN DE LA INJUSTICIA Y LA VIOLENCIA

Culminé de ver una serie de la plataforma HULU, titulada “Under the Bridge” (Debajo del Puente), está basada en un caso de la vida real en donde hace años una joven canadiense de origen hindú, fue golpeada brutalmente y asesinada por otras y otro joven. Basada en un libro de la novelista canadiense Rebecca Godfrey, nos enseña un lado de la crueldad del ser humano. 

Años pasan y seguimos viendo casos de bullying, violencia e injusticias en nuestro mundo, sin que pareciera tuviera un fin. Y esto se debe en parte a que como sociedad de una u otra manera hemos permitido que esto llegue a tales niveles, participando de manera directa, indirecta o por omisión. 

La violencia en todos sus géneros nunca será algo con lo que tendríamos que acostumbrarnos, sin embargo así lo hemos hecho. La violencia física, psicológica, de género, etc., en todas sus expresiones la tenemos en nuestro entorno hasta a tal grado que se normaliza y aun peor, en ocasiones se alienta y/o aplaude. 

¿Qué termina siendo todo esto?, sin duda actos de injusticia que hemos como sociedad permitido en todos los ámbitos, en los hogares, escuelas, trabajo, en la sociedad, etc. El lado agresivo y oscuro del ser humano se manifiesta desde algo como una mentada de madre a otra persona, hasta guerras que matan a miles. 

Y si a esto le agregamos que vivimos al menos en el caso de los mexicanos en un país en donde la corrupción e impunidad permean fuertemente, pues esto se vuelve en un caldo de cultivo para el mal hacer y los que disfrutan de hacerlo. La sociedad normalizando patrones sociales nocivos que repercuten en un detrimento de un verdadero desarrollo cualitativo. 

Abusar del poder o por saber que tienes mayor capacidad para imponerte a alguien es algo que surge de problemas emocionales internos de las personas, de complejos no atendidos que terminan germinando en sus mentes. Nadie es perfecto y todos podemos tener un exabrupto repentino, pero una cosa es que sea así a que sea una condición constante.

En nuestra sociedad y más entre el pensamiento machista, el pensar más en pacificar, no alentar problemas o zafarte de ellos es algo hasta criticado o causa de burla, (gallina, culo, maricón, niña, etc.). Caramba hasta en las nuevas generaciones de mujeres ya vemos cosas de este tipo. 

Esto radica mucho en las enseñanzas y valores que cada cual recibe en casa y las vivencias de vida, al final del día cada quien es responsable por lo que hace o deja de hacer. Si eres un abusador, corrupto, golpeador y más, no es porque el sistema así es y por eso lo haces, es por qué tú decides hacer las cosas así.   

A nadie le gusta ser víctima de algún abuso o injusticia, más muchos terminan abusando de otras personas en sus diferentes formas y ámbitos y con ello terminan ayudando a la normalización de injusticias y de la violencia. Estadísticamente hemos incrementado en rubros tan horrendos como asesinatos, secuestros, trata de personas y otros. 

Y pareciera que por más horroroso que eso sea, se termina aceptando tal realidad. Desde el moche, el golpe a tu pareja, el abuso laboral, amenazas constantes, el corromper hasta instituciones que deben ser las que procuren el bien o la justicia ya sea en el ámbito judicial, electoral y otros tantos, actos de venganzas y más, todo esto suma. 

Mucho se agradece a todas las instituciones, organismos, gobiernos, etc., que se dedican verdaderamente para atacar tal fenómeno, como de igual manera a todas las personas que ponen su grano de arena para poder ser mejores, mi más alto respeto y bendiciones. Ustedes saben que todavía hay mucho por hacer y que relajarse no es una opción. 

Hace tiempo un reconocido empresario tamaulipeco me platicó una anécdota que tuvo en un viaje que él hizo a un país europeo, me contó que antes de subirse al tren y después de ellos pagar su boleto en una máquina para ello, llegó un habitante de tal país y se encontró que había un boleto ya pagado para solo tomarlo y nadie alrededor.

Comentó que la persona sacó el boleto lo puso en algún lugar de la máquina y procedió a pagar el suyo. Otro turista se percata y le comenta y pregunta: ¿Nadie hubiese reclamado el boleto, porque no lo tomó? Y la persona le contesta: ¿Y por qué habría tenido que hacer eso, no era mío?  

Y sin ser perfectos, en otras latitudes existen sociedades así y si nos comparamos con ellos, pues obviamente nos hace falta mucho por hacer. Mucho que reflexionar y sin duda mucho por hacer aun.   

 

Jorge Infante Alarcón: