Desde la presidencia del G20, Brasil propone un impuesto mundial sobre los superricos para atajar la evasión fiscal y financiar la lucha contra el cambio climático y la pobreza. Francia, Sudáfrica y España respaldan la iniciativa.
Estados Unidos la rechaza y Alemania no fija posición todavía. El Gobierno de Lula encargó un informe al Observatorio de Justicia Fiscal europeo, cuya recomendación final es la aplicación de un gravamen del 2 % a las personas con un patrimonio total superior a mil millones de dólares en concepto de impuesto sobre la renta.