Democracia y oclocracia, el primer término es muy familiar, el segundo quizás sea desconocido, sin embargo, debe importarnos, no solo como palabra, sino también como sistema político.
La palabra democracia se forma de dos vocablos griegos: démos, que significa pueblo y la pseudodesinencia kratía, de la raíz krátos, que se traduce como poder, autoridad, gobierno. Atendiendo a su etimología, la democracia es el gobierno del pueblo.
El término oclocracia también es de origen griego, se compone de óchlos, que significa masa, muchedumbre, gentío, populacho, turba, plebe; y de kratía, que expresa poder, autoridad, gobierno. Etimológicamente es el poder de la masa, el gobierno de la muchedumbre. Algunos le llaman masacracia.
Es oportuno aclarar que pueblo y muchedumbre son conceptos distintos, no deben confundirse.
Desde el punto de vista político, el pueblo es el conjunto de personas que integran al Estado, sin distinciones de cualquier tipo, ciudadanos conscientes de su responsabilidad para ejercer la autoridad a través de sus representantes y perfeccionar el sistema democrático, estas tareas exigen una continua preparación y acción.
La democracia no es solo una forma de gobierno o una manera de organizarse en la sociedad, es además un estilo y compromiso de vida.
El término muchedumbre se aplica al pueblo que es manipulado y obligado a decidir en temas que no son de su competencia, o en asuntos que desconoce por desidia o por no poseer la información necesaria que lo lleve a decisiones correctas, son personas que no se responsabilizan de su entorno, muchos de ellos carecen de ideales, se mueven de las manera como les dicen que se muevan.
Polibio (208-120 a.C.), historiador griego, en su obra fundamental las Historias, es el primero que habla de esta forma de gobierno, se podría pensar que la oclocracia ya quedó sepultada en el tiempo, pero no es así, Latinoamérica está siendo invadida por una plaga de políticos “redentores”, sin escrúpulos que han demolido valores, principios, leyes e instituciones -incluyendo la familia- todo a su capricho, amparados en la supuesta voluntad del pueblo.
Después de haber pasado por diferentes formas de gobierno, la Historia nos dice que la mejor forma para gobernar es la democracia, es la que permite que los individuos y los países avancen, es y seguirá siendo un camino por andar, siempre perfectible.
El sistema democrático cuenta con rasgos distintivos en donde se mezclan valores, principios, derechos y obligaciones. Acercarse o alejarse de su esencia, nos habla de que la democracia se fortalece, se encuentra en riesgo, en peligro o de que ya desapareció, para darnos cuenta de qué es lo que sucede, debemos conocer sus características esenciales, le comparto algunas, todas son necesarias.
Para crear un ambiente favorable de orden, paz social y respeto a nuestros derechos fundamentales no puede faltar el Estado de derecho.
Un sistema pluripartidista, que realmente permita elegir, y no una “democracia” maniquea que solo tiene las opciones de los “buenos” y de los “malos”.
El interés y la participación responsable e inteligente de los ciudadanos en la vida política del país.
La división de poderes y su autonomía, cada poder en lo que le compete, sin obstaculizar el trabajo de los otros.
Elecciones periódicas por medio del voto secreto, libres, justas, exentas de discriminación, que expresen la voluntad del pueblo y no la del gobernante en turno.
Una autoridad responsable y transparente en la administración pública, que rinda cuentas a los ciudadanos en lo administrativo y en el uso del dinero, esconder este tipo de información es característica de gobiernos autoritarios.
Libertad de los ciudadanos para decidir responsablemente su futuro político, esto implica que la libertad no se vea obstaculizada por el miedo, la ignorancia, las emociones, las pasiones, la violencia física o psicológica y los desajustes psicológicos.
Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas que garanticen las libertades de expresión, de comunicar y de recibir información. Sobra decir que los medios no deben estar atados ni controlados por el gobierno ni vendidos con el mejor postor.
El debate, la mediación y la negociación como formas de solucionar los conflictos, descartando la violencia.
Promoción, ejercicio, respeto y defensa de los derechos humanos, sin excepciones.
La promoción y protección del desarrollo humano, esto en buena parte se debe al ejercicio de los derechos humanos, partiendo del derecho a la vida y a la salud.
Descentralizar el poder, delegarlo con el objetivo de agilizar las decisiones en los niveles de gobierno, respondiendo con mayor rapidez y eficacia a las necesidades de la población.
Tomar en cuenta las opiniones del pueblo para lograr un buen gobierno.
La participación de los ciudadanos en la política, la descentralización del poder, la división y la autonomía de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los medios de comunicación libres, el conocimiento y el respeto a los derechos humanos, colocan límites a los abusos de poder.
Por muy adelantada que esté la democracia en un país, siempre se topará con impedimentos, con mucha más razón si es incipiente, los obstáculos que aparezcan en el camino tendrán que irse combatiendo.
Entre los obstáculos a la democracia se encuentran: La ilegalidad, la impunidad, la injusticia, el crimen organizado (en todas sus variantes), todo esto nos habla de corrupción, vicio que según el presidente se iba a barrer, como las escaleras, de arriba hacia abajo. ¿El escalón más alto quedó limpio?
En estas características esenciales se encuentran implícitos una serie de valores, principios, derechos y obligaciones en relación con la vida, la salud, la libertad, la educación, la igualdad, la honestidad, la solidaridad, la responsabilidad, el pluralismo, la tolerancia, el respeto, el bien común, la legalidad, la justicia, la participación, la civilidad, la legitimidad, el diálogo, el consenso y la paz.
Una educación mediocre, la carencia de formación ética, cívica y política, el desconocimiento de la historia, el desinterés en la vida del país, metas pobres en la vida personal, el clientelismo político, la deformación juvenil por los regalitos que papi gobierno otorga y que va arrastrando a muchos a obtener el dinero sin esfuerzo, los halagos por parte de los gobernantes hacia la población, el circo, maroma y teatro de los políticos, la ignorancia, la desinformación, los mensajes emocionales, el linchamiento verbal que se hace a los “enemigos del pueblo”, el odio que se fomenta, la división que se provoca, todo esto prepara una tierra fértil para un fanatismo político que permita manipular y caminar hacia donde el líder quiera hacerlo.
Cambiar de una democracia a una oclocracia puede ser de manera paulatina, sutil, con paso firme y ascendente, generalmente se inicia debilitando todo lo que tenga olor a democracia, se aprovecha el enojo, la pobreza, la inconformidad, la desilusión, la desesperanza y la frustración para minar la confianza del pueblo en el sistema democrático.
El pueblo pasa a ser muchedumbre, se le ha suministrado la “droga” necesaria, ha quedado narcotizado, ha perdido la cabeza, el camino está libre, se le hará creer que es un “pueblo bueno y sabio”, la opinión pública está controlada, las manos están sujetas para alzarlas o bajarlas según convenga, mientras que el gobernante cuenta con poderes incontrolables.
La fuerza de las masas utilizará lo legítimo de la democracia (como marchas, protestas, mítines, el voto…) de manera irracional, entonces lo injusto y despótico será visto como legítimo al ser obra de la mayoría, aunque ésta sea manipulada.
En la oclocracia la violencia es un riesgo latente, en virtud de que el oclócrata puede utilizar grupos organizados con el fin de aplastar a los opositores, además de que la muchedumbre, en un momento dado se puede salir del control por sentirse con un poder ilimitado y apoyada por su gobernante.
¿Habrá elementos para pensar que nuestra democracia va desembocando en la oclocracia?
¿Estaremos siendo testigos del nacimiento de la oclocracia en nuestro país? ¿la oclocracia ya estará crecidita?
Tengamos presente que la democracia exige preparación, mientras que la oclocracia pide ignorancia.
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