¿SERÁ LA EDUCACIÓN UNA EMERGENCIA?

La familia es la base más importante para la educación, en ella nacemos, crecemos y nos vamos formando, es la primera escuela para aprender a vivir, el campo propicio para sembrar y adquirir virtudes personales y sociales.

Si en la célula básica de la sociedad se educa debidamente, surgirán los hombres y mujeres de bien; si no se educa, entonces la familia se convierte en fábrica de delincuentes y gente de mal vivir. ¿Será la educación una emergencia?

Los padres de familia son los principales responsables en la educación de los hijos, juegan el papel más importante, nada ni nadie sustituye a uno u otro, el quehacer es de ambos, es un trabajo que se realiza con otros agentes: El que recibe la educación, las instituciones educativas, la sociedad, las iglesias, el Estado, entre otros; educar no es fácil, es una tarea compleja, fascinante, trascendente y compartida.

Lo que se haga o se deje de hacer en cuanto a educación, tiene consecuencias en la persona, en la familia, en los distintos ambientes y en toda la sociedad.

En la educación no hay que perder tiempo. El periodista español Arturo Cuyás (1845-1925), en su libro Hace falta un muchacho, escribió:

  • Doctor, ¿cuándo debo empezar a educar a mi niño?, preguntó una joven madre a un médico.
  • ¿Qué edad tiene el niño?, preguntó el médico.
  • Dos años, respondió la mamá.
  • Pues son dos años que ya lleva usted perdidos, contestó con mucha seriedad el galeno.

La misma pregunta le hicieron al escritor y poeta Oliver Wendell Holpes, su respuesta fue más allá: Tiene usted que empezar por educar a la abuela.

Hay valores esenciales que deben quedar grabados en los corazones de los integrantes de una familia, como los inculcados por el gobierno japonés de 1890 a 1948, por disposición del emperador Mutsuhito, y que se reanudaron a partir del 31 de marzo de 2017.

A fines del siglo XIX se distribuyeron ejemplares del Rescripto Imperial sobre la Educación en todas las escuelas de Japón, los alumnos tenían que estudiar y memorizar el texto para poderlo recitar en todos los eventos escolares importantes, la medida era para poder transformar a la sociedad, en virtud de ciertos males sociales que afectaban a la gran mayoría de los ciudadanos.

Para lograr este cambio positivo se tenía que enlazar la política del gobierno con los principios que regían a la educación, además, se tendría que encontrar el fundamento moral de las instituciones, unificar al pueblo y lograr que por medio de la educación se cultivaran las virtudes, de manera muy especial la lealtad y la piedad filial.

 

La historia siempre nos deja aprendizajes para la vida, el decreto imperial de Mutsuhito nos brinda enseñanzas muy valiosas, dejo a la opinión de lector si hacen o no falta en nuestros días. A continuación, le comparto algunos renglones de este documento.

 

«Súbditos nuestros:

Amen con cariño filial a sus padres.

Sean afectuosos con sus hermanos.

Como esposos, vivan en paz y en armonía.

Como amigos sean leales, sean benévolos con todos.

En su conducta sean sobrios y moderados.

Aplíquense al estudio y cultiven las artes, y así desarrollarán sus facultades intelectuales y adquirirán fuerza moral.

Además, velen por el bien público y fomenten los intereses comunes.

Respeten siempre la Constitución y acaten las leyes. 

No puede darse un programa más conciso y completo de lo que constituye la educación de un pueblo. Y un pueblo sin una educación moral, sensata, práctica, es imposible que avance en la ruta del progreso».

El confucianismo sirvió de guía en la educación y moralidad del pueblo japonés. Las ideas religiosas y filosóficas de Confucio son las que dieron origen al texto completo del Rescripto Imperial sobre la Educación, lo compartido con el lector tiene cierta compatibilidad con la tradición judeocristiana.

“Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”, dijo Pitágoras seis siglos antes de Cristo. La educación es el arma más efectiva en contra de la delincuencia.

La gente que se dedica a cometer delitos anda suelta, conocemos el poder, el dominio y el control que ejercen, ¿de qué carecieron?, ¿la emergencia educativa no fue atendida?

Alguna vez Nelson Mandela afirmó: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

No solo instruyamos, la instrucción también puede tenerla un delincuente, vayamos más allá: EDUQUEMOS.  La instrucción va a la inteligencia, la educación va al interior de la persona y la transforma para bien, las ideas que da el decreto del emperador japonés pueden contribuir en la educación, el decálogo judeocristiano, y lo que implica, es otra opción valiosísima.

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