LA GALLINITA

No es la gallinita de los huevos de oro, es otra.

A mis manos llegó un breve texto titulado “Como acabar con la economía de un país en diez lecciones”, su autor es el economista Luis Pazos, son 12 pequeñas hojas impresas, ignoro el año en que se escribió, debe ser de hace varias décadas, porque su precio -que aún se puede ver- fue de 50 centavos.

A pesar de que el escrito ya tiene sus años, me pareció muy actual. Después de que el autor explica las “diez lecciones”, al final, viene el cuento de “La Gallinita”, que según se lee en la penúltima hoja, fue tomado del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, A.C.  Comparto el cuento con el lector.

Hace un tiempo, había una pequeña gallinita que rascaba en el corral, hasta que un día descubrió unos granos de maíz. Llamó a todos sus vecinos y les dijo: Si sembramos este maíz tendremos tortillas para comer. ¿Quién me ayudará a sembrarlo?

Yo no, contestó la vaca.

Yo tampoco, dijo el pato.

Lo mismo yo, dijo el buey.

Entonces yo, contestó la pequeña gallinita. Y lo hizo.

El maíz creció alto y maduró en granos dorados.

¿Quién me ayudará a cosechar mi maíz?, preguntó la pequeña gallinita.

Yo no, contestó el pato.

Está fuera de mi departamento, contestó el burro.

Yo perdería mi antigüedad, dijo la vaca.

Y yo mis beneficios de desempleo, dijo el buey.

Entonces yo lo haré, dijo la pequeña gallinita y así lo hizo.

Al fin vino la hora de preparar las tortillas.

¿Quién me ayuda a hacer tortillas?, preguntó la pequeña gallinita.

Eso significaría tiempo extra para mí, dijo la vaca.

Perdería mi subsidio, dijo el pato.

Soy un fracasado en los estudios y nunca aprendí como hacerlas, además perdería mi beca, dijo el burro.

Si voy a ser el único ayudante, eso sería discriminatorio, dijo el buey.

Entonces yo las haré, dijo la pequeña gallinita.

Hizo cinco docenas y las presumió a sus vecinos. Todos querían, y es más exigían una parte. Pero la pequeña gallinita dijo: No, yo solita me las puedo comer todas.

Exceso de utilidades, gritó la vaca.

Parásito capitalista, acusó el pato.

Exijo mis derechos, exclamó el buey.

Y el burro nomás rebuznó.

Todos pintaron pancartas acusando de “INJUSTICIA”, y marcharon alrededor de la pequeña gallinita gritándole majaderías.

Cuando vino el representante del gobierno, le dijo a la pequeña gallinita: No debes ser codiciosa.

Pero si yo me gané las tortillas, dijo la pequeña gallinita.

Exactamente -dijo el representante gubernamental- Eso es lo maravilloso del sistema de la libre empresa. Cualquiera en el corral puede ganar cuanto quiera. Pero bajo nuestros reglamentos gubernamentales modernos, los que producen deben compartir sus utilidades con los ociosos.

Y vivieron felices para siempre, incluyendo a la pequeña gallinita, quien sonreía y cacareaba. Estoy muy agradecida, muy agradecida, muy agradecida.

Pero sus vecinos se preguntaban: ¿Por qué jamás volvió a hacer tortillas?

Hasta aquí el cuento, recordemos el título del escrito: “Como acabar con la economía de un país en diez lecciones”.

Y como dijo Nuestro Señor Jesucristo: “El que tenga oídos, que oiga” (Mt 13,9).

 

 

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