Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Rodrigo Tavares García, fue un líder que supo conquistar a sus seguidores por su carisma y sencillez, cualidad que lo llevó a ganarse el reconocimiento de sus compañeros de la sección 30 del SNTE y hoy en un homenaje póstumo en la víspera del Día de Muertos, fue recordado por su hija Lorena Tavares Vázquez, al plasmar en su biografía la extensa carrera política y musical de su padre.
El salón del SARTET en la capital del estado, lució majestuoso con un hermoso altar de muertos en honor a Rodrigo Tavares, cuya fotografía colocada a un costado de las ofrendas, nos transmitía justamente la personalidad de Tavares, con su habitual sonrisa como su mejor carta de presentación, y contagiando de esa emoción sana que acompaña a quien ríe como reflejo de su alma, transparente como el aire.
Un olor a incienso va invadiendo ese aire en el salón y aproximando la tradición de recordar a los difuntos y entonces la mente se dispone también a esperar el momento ceremonial, con una gran carga religiosa que nos recuerda todo lo relacionado al Día de Muertos, y al igual que el invisible humo del copal, las voces de todos los presentes empiezan a tapizar el ambiente de murmullos como si fueran rezos, porque en ese salón había muchos maestros y maestras del sindicato que recordaron los momentos más importantes cuando Tavares estuvo a su lado.
Estoy seguro de que si Tavares hubiera estado presente de carne y hueso en esa reunión me hubiera dicho: «lo más importante de todo esto es la convivencia, porque lo demás sale sobrando»; él era un hombre despojado de toda simulación y de doble moral, era auténtico y te lo decía en lo cortito, no lo recuerdo de otra manera, siempre directo y muy cercano a la acción, por eso lo apreciaban los maestros jubilados porque veían a un líder que los defendía de los abusos y la falta de atención en los hospitales, siempre poniéndose del lado del oprimido.
Tavares siempre le quitaba lo acartonado al momento, decía «así mero» y no buscaba los grandes escenarios para hacerse notar, bastaba con hablar con la autoridad que te da la firmeza de tener la razón, y me di cuenta también que era un excelente estratega publicista, porque para todo consideraba a los reporteros, porque sabía que a través de los medios de comunicación podía llegar a mucha gente, esa era su mejor arma cuando se trataba de exigir un trato digno para sus compañeros maestros jubilados.
En la mesa me tocó estar al lado de Eglaide, nieta de Tavares, y quise saber cómo veía a su abuelo, me refiero al Tavares líder, al hombre que movía a la gente y tomaba oficinas, y entonces ella, me responde casi al instante para traer de vuelta el recuerdo de Tavares: alto, robusto, moreno, que muchos años atrás había enamorado así con esa vigorosa estampa a su abuelita Carmelinda allá en el sureste mexicano, y me dijo que el mejor recuerdo que conserva de su abuelo es su gran liderazgo
En su momento Lorena había leído una extensa biografía de su padre, y con cada frase cobraba vigencia la figura de Tavares que se erguía como gigante invisible, era quizás como una evocación y él respondía a esa festiva invitación donde las familias se reúnen para recordar a los que ya no están.