EL INFAME CASO DE GISELE PELICOT

Un caso que le está dando la vuelta al mundo en los noticieros, es el infame y terrible caso de violación perpetrados por un enfermo y degenerado cónyuge y decenas de pervertidos hombres. Por años, una mujer fue drogada y ofrecida en un sitio web para que pudieran abusar sexualmente de ella, todo esto maquinado por increíble que parezca, por propio marido de la víctima.

En un artículo del corresponsal de la BBC en Francia, hace las siguientes preguntas:

“La primera pregunta es visceral. ¿Qué puede decir sobre los hombres franceses –algunos dirían que sobre todos los hombres– el hecho de que 50 de ellos, en un pequeño barrio rural, aparentemente estuvieran dispuestos a aceptar una invitación informal para tener relaciones sexuales con una mujer desconocida mientras ella yacía inconsciente en un dormitorio?

La segunda pregunta surge de la primera: ¿hasta qué punto este juicio contribuirá a combatir una epidemia de violencia sexual y de violaciones por sumisión química, y a desafiar los prejuicios y la ignorancia profundamente arraigados sobre la vergüenza y el consentimiento?

En pocas palabras, ¿cambiará algo la valiente postura de Gisèle Pelicot y su determinación –como ella misma lo ha expresado- de hacer que «la vergüenza cambie de bando» de la víctima al violador?”

Esta valiente y más que admirable mujer decidió alzar la voz y hacer público su caso, para efectos de exponer al mundo una terrorífica situación que vivió y que triste y desgraciadamente miles o millones de mujeres en el planeta han sufrido, de un abuso sexual. Aberrante es poco y lo más horripilante es que las violaciones, trata de personas y otras incidencias de tan deleznable naturaleza, más que disminuir, parecen incrementar.

Dejemos el señor de mente enferma que en lugar de amarla y protegerla, programó una red de 50 personas que abusaran de ella, y eso ya es decir mucho, ¿qué pasa con los 50 hombres que decidieron aprovecharse de la situación, qué nos dice esto sobre nuestra humanidad? Según estadísticas escalofriantes de años recientes, la trata de personas y de niños y niñas va en aumento en muchas partes del mundo y nuestro país no está exento de ello, igual que hasta el que se considera la primera potencia mundial, nuestro vecino del norte, E.U.

En los juzgados franceses los acusados llegaban tapados de sus caras, ahora sí muy apenados o queriendo esconderse, como sinvergüenzas delincuentes que terminan siendo. Un caso que definitivamente nos tiene que poner a reflexionar sobre muchas cosas. Y si piensan que esto es algo que solo sucede en otras latitudes, están muy equivocados, drogar a las mujeres para aprovecharse de ellas es algo que se da en nuestras ciudades. 

Yo personalmente he escuchado testimonios de mujeres en donde vivo, que han visto eso y otras que han sido violadas a causa de esto. Y siendo los perpetradores pseudo hombres de todas las edades, desde jóvenes hasta por señores de 40 y mayores de 50. En el transcurso de en mi vida me tocó al menos en tres ocasiones defender y salvar a mujeres que iban a ser abusadas sexualmente. 

Y si vieran cuantos casos existen en que las mujeres callan o por vergüenza o por sentir que el sistema es tan corrupto que difícilmente se hará justicia y por ende no presentan las denuncias. Monstruos acomplejados y de mente enferma, son los cobardes que se aprovechan de tales situaciones aquí y en muchas partes del mundo. Y en esto ni las clases sociales, ni el “estatus” se salvan, se dan en todos los estratos y ahora hasta las mismas mujeres son las que lo incitan.

El callar este tipo de acciones lacerantes ofende y más aquellos que si no son participes directos en casos de abusos, también juegan su rol en encubrirlos, de manera personal o en sistemas sociales, gubernamentales y peor en las instituciones que deberían proteger a las víctimas y no a los victimarios.

Dios bendiga a todas las mujeres así como a toda persona de cualquier tipo de sexualidad que ha pasado por esto, y en el caso de Gisele Pelicot, mi más genuino respeto, admiración y apoyo, por la valentía de no solo no dejarse, sino que su caso sea uno que pueda tocar fibras y generar momentos de real reflexión e inflexión. 

Nunca, pero nunca debemos de normalizar estas atrocidades, no seamos una generación que simplemente vio cosas y no actuó, seamos parte de un cambio cualitativo en nuestra sociedad y en nuestro entorno cercano y familiar. Dementes enfermizos siempre han existido y seguirán existiendo mientras los demás se los permitan, 

Ha como van las cosas, el siguiente caso te puede tocar vivirlo a ti, y eso seguramente no te va a gustar. ¿Callamos o actuamos? 

 

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