La sabiduría indígena tiene un valor incalculable, para muestra basta un botón. A continuación, veinte consejos que los padres aztecas daban a sus hijos, que por cierto hacen mucha falta en nuestro tiempo, pues abundan los padres permisivos y los hijos mal educados.
Escritos de los frailes Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente hablan sobre estas exhortaciones, invito a que sean leídas con atención. Si considera que son de beneficio en la vida personal, familiar y social, no dude ponerlas en práctica.
• Procura vivir rectamente.
• Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio.
• Ante los pobres atribulados no estés mudo, consuélalos.
• Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia.
• No imites a los malos hijos.
• No te burles de los ancianos y de los que tienen alguna imperfección en su cuerpo.
• No te mofes del que cometa errores, ni se los eches en cara, te puede pasar lo mismo.
• No vayas a donde no te llaman, ni te metas en lo que no te importa.
• Cuando alguno hable contigo, escúchalo atentamente.
• Cuando te pongas a la mesa, no comas aprisa, ni des señal de disgusto si algo no te agrada.
• Si a lo hora de comer viene alguno, parte con él lo que tienes.
• Cuando andes, mira por dónde vas para que no tropieces con los que pasan.(Me acordé de los que van caminando distraídos en su celular).
• Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostraciones de gratitud.
• Vive del fruto de tu trabajo, así será más agradable el sustento.
• No mientas jamás, di la verdad pura sin añadir nada.
• No hables mal de nadie.
• No siembres discordias.
• Reprime tus apetitos, hijo mío, pues aún eres joven y aguarda que llegue a edad oportuna la doncella que los dioses te han destinado para mujer.
• Cuando llegue el tiempo de casarte no te atrevas a hacerlo sin el consentimiento de tus padres.
• No hurtes.
Los aztecas consideraban que estos consejos y otros eran necesarios para fortificar el corazón del hijo, los exhortaban a que no los despreciaran ni los olvidaran, pues de ellos dependía su vida y su felicidad.