La Pascua Judía es una fiesta con un sentido profundo de liberación, en ella se recuerda la salida de Egipto, el adiós a la esclavitud, el inicio de la libertad de los israelitas, se recordaba la acción de Dios que libera a su pueblo de la opresión y lo lleva por nuevos caminos.
Jesús, con sus discípulos, también celebraba la fiesta de pascua, era un jueves, la cena era el corazón de dicha fiesta.
La cena se había iniciado como la comenzaban todos los judíos, Jesús expresa su agradecimiento, la Sagrada Escritura dice: “El Señor dio gracias”, de pronto añade algo más, en medio de todos los dones que agradece al Padre por haberlos dado al pueblo de Israel, ahora da gracias por Él mismo.
En esta cena se une la Pascua Judía con la Pascua Cristiana, la persona de Cristo y de cada uno de los discípulos es el eslabón que las une. En la Cena de Pascua, Jesús añade lo cristiano: la Institución del Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden Sacerdotal.
En el marco de dicha fiesta judía, justo en la Cena Pascual, Jesús, el Hijo de Dios, hizo un gesto extraordinario cuando partió el pan y compartió el cáliz que contenía vino. El pan destrozado es su cuerpo entregado. El vino es su sangre derramada. En el comer el pan y beber el vino se estaba anunciando su propia muerte. Ordenó además hacer ese gesto en memoria de Él.
La Pascua Cristiana es donde se celebra el paso de Jesús de la muerte a la vida. Es el cordero inmolado en la cruz, que nos libera de la muerte y nos comunica su vida por la resurrección.
La Pascua Cristiana también tiene un profundo sentido de liberación, el Cristo muerto y resucitado libera al hombre de la esclavitud del pecado, pero esto se da en la medida que el hombre se abre a la vida de la gracia y acepta como centro de su vida a Jesús Redentor.
El Jueves Santo es el último día de la Cuaresma, tiempo de conversión que inició el miércoles de ceniza; la Eucaristía de este día marca el final del tiempo cuaresmal y el inicio del Triduo Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Este es el día en que Cristo instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio, lo hizo en lo que se ha llamado “La Última Cena”, fue aquella Cena Pascual, además a sus apóstoles le dio la gran lección del servicio y la humildad, lavando los pies de cada uno de ellos.
Ambos sacramentos instituidos por Jesucristo son un don de la misericordia del Señor.
La institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal no está aislada de la noche de Pascua, están situados en ese contexto de la fiesta judía. El Señor, como cualquier otro judío celebra la liberación, pero además instituye dos medios –ambos sacramentos- para que el hombre sea libre y santo. Eucaristía y Sacerdocio dos sacramentos que están unidos.
El Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la sagrada liturgia, número 47, dice: “Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe a Cristo como alimento, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera”.
En la última cena Jesús pronuncia la oración sacerdotal, cuando ésta termina salió con sus apóstoles a un lugar llamado Getsemaní, es ahí donde se inicia su pasión.