Contextos/Gerardo Flores Sánchez
LA TORMENTA PERFECTA DE ENFERMEDADES CRÓNICAS
El pasado 11 de julio la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizó una reunión presidida por su director general, el Dr. Jarbas Barbosa da Silva para advertir a los países sudamericanos sobre la amenaza del alto impacto sanitario y económico de la llamada “tormenta perfecta” que consiste en la simultánea combinación de epidemias de obesidad, diversas enfermedades crónicas y deterioro de la salud mental salud, sumadas al insuficiente financiamiento y capacidad de sus sistemas de salud para satisfacer la masiva demanda de atención medica y cuidados de largo plazo.
Entre estas enfermedades no trasmisibles se encuentran la obesidad, las cardiovasculares (que incluyen el infarto al miocardio, los accidentes cerebrovasculares), el cáncer, las respiratorias crónicas, la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia y otras más.
La OPS es el organismo especializado en salud de la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial de Salud. La misma de la que, el presidente Trump retiró a los EEUU y a la que le canceló su apoyo económico (un 15% del total del presupuesto de la OMS, que asciende a unos 3400 millones de dólares), bajo el mismo pretexto que sistemáticamente emplea para todas sus imposiciones unilaterales: el mundo, y en este caso Latinoamérica, está abusando de la buena fe y generosidad de los EEUU.
En particular las actividades de la OPS son de asesoría, educación, formación de recursos, vigilancia epidemiológica y asistencia en emergencias. El papel de este organismo en la región durante la pandemia de COVID-19, fue decisivo para liderar con alto nivel técnico y base científica, las respuestas nacionales esa emergencia sanitaria. Actualmente, su trabajo está enfocado al fortalecimiento de la atención primaria de salud, la detención del incremento de las enfermedades no transmisibles y al aseguramiento de la recuperación de los sistemas nacionales de salud, en esta etapa post-pandémica.
Los datos, el análisis y las propuestas los expertos de la OPS, fueron detonados por el preocupante informe sobre la Situación de las Enfermedades No trasmisible y la Salud Mental en América Latina y el Caribe que, también fue publicada por la OPS en este mes de julio.
México y los países de Centroamérica, no fueron convocados a esta ocasión, pero no porque la “tormenta perfecta” no nos amenace, pues la realidad es que, desde por lo menos hace 10 años, ya estamos en medio de ella. Seguramente en breve la OPS realizará un evento especial dedicado a nuestro país y a las naciones centroamericanas y del caribe que, tienen las estadísticas más negativas de la región.
Entre los datos que ilustran la difícil situación sanitaria en que se encuentra Latinoamérica, se puede señalar que estas enfermedades ocasionaron 6 millones de muertes en el 2021. Cifra ya muy alta que además para 2021, ha aumentado en un 43%, casi el doble del incremento a nivel mundial. El 34.5% de las muertes es por enfermedades cardiovasculares, el 22% por cáncer y más del 37% por obesidad, diabetes y otras no trasmisibles.
Cuando las defunciones por estas enfermedades suceden entre los 30 y 70 años de edad, se consideran muertes prematuras, es decir que “ocurren años antes de lo esperado según la esperanza de vida estimada” De acuerdo a esto, en 2010, una persona de 30 años que vivía en Latinoamérica tenía una probabilidad del 15,2% de morir antes de cumplir los 70 años. La OPS se planteó una meta para 2025 de reducir ese porcentaje en 25%. Sin embargo, en 2021 solo se había logrado reducirla al 14%. En México, no solo no se redujo, sino que amento ligeramente.
Por otra parte, los problemas de salud mental como la enfermedad de Alzheimer, las demencias, la depresión, la ansiedad y los trastornos del espectro autista, también se están incrementando, convirtiéndose en la principal causa mundial de enfermedades prevenibles, discapacidad y muerte. Además, entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio, se ha ubicado como la cuarta causa de muerte.
Pero al deterioro de la calidad de vida, de la el economía individual y familiar, así como al sufrimiento humano que causan estas enfermedades se suma el alto impacto sobre la macroeconomía de los países latinoamericanos, causándoles graves déficits económicos, que se revelan en indicadores como la pérdida total de PIB que, en América del Sur será de a 7,3 billones de dólares en el período 2020-2050, lo que equivale al 4% del PIB total de la región.
Por lo tanto, reducir y detener el incremento de estas epidemias de enfermedades crónicas no trasmisibles, significa que se podrán liberar recursos multimillonarios para invertirlos en desarrollo y bienestar de la población, hoy enferma, pobre y con nula o escasa atención médica.
Pero, ¿cuáles son los factores de riesgo y los determinantes económicos y sociales de estas epidemias que están destrozando la salud de los latinoamericanos y cerrando sus caminos al desarrollo pleno?
La red de factores e intereses económicos, sociales, comerciales, industriales y ambientales que a nivel macro están detrás del explosivo y expansivo incremento de estas epidemias, es muy compleja y la mayoría de esas fuerzas y tendencias están más allá de nuestro alcance como individuos; sin embargo, entre los factores de riesgo modificables sobre lo que en grado importante podemos decidir y aplicar son los cambios de conductas, como el consumo de tabaco, la alimentación no saludable, el sedentarismo por inactividad física, las relaciones interpersonales y grupales estresantes, el insuficiente sueño y descanso, así como el consumo de sustancias nocivas adictivas como el alcohol y otras drogas.
Finalmente, las propuestas que plantea la OPS, para afrontar y detener o reducir el impacto la tormenta que se avecina en Sudamérica y que ya se instaló en México, son: “prevención y atención de salud, cobertura universal, reforma de los sistemas de cuidados a largo plazo, reorganización de los sistemas de atención de salud, evaluación e innovación más rigurosas en materia de tecnologías sanitarias, y políticas que se ajusten más a las necesidades reales de las personas”.
La alerta de la OPS esta dada y sobre aviso no hay engaño.
Aunque es comprensible que, por la urgencia generada por la diabetes, la hipertensión arterial, la insuficiencia renal, cardiaca y tantas otras patologías crónicas, los medios de comunicación y los ciudadanos reclamen al gobierno mejores políticas públicas y presupuestos en salud para medicamentos, personal de salud y servicios médicos, también es indispensable e ineludible tomar la parte de responsabilidad individual que nos corresponde, eliminando de nuestra dieta y hábitos cotidianos, lo que sobradamente ya sabemos que tarde o temprano acabará con nuestra salud.
No hay duda entonces de que, si estamos en una “tormenta perfecta” de enfermedades crónicas, al nivel o mayor que la de COVID-19, solo tendrán más probabilidad de librarla quienes eviten riesgos y se protejan ellos y sus familias.