En medio de la emergencia mundial donde parecen predominar el cooperativismo y la solidaridad, surgen personajes como el alcalde de Victoria, con una propuesta antagónica que parece decirnos: «que se chinguen los demás; yo ya chingué»
Esa es la percepción de agandalle que tiene la gente en torno a la imagen de Xicoténcatl González Uresti, el Doctor accionista de Medica Norte, a donde también llegó su voraz deseo de quedarse con todo.
A eso se refería Octavio Paz, cuando escribió su ensayo «El laberinto de la soledad»
El chingón, el chingador, el chinga quedito, aunque no hay silencio en su forma de robar, y donde quiera deja huellas, aunque todo da vueltas en los ciclos de la política, y vaya como señal de adelanto que ya huele a cárcel, la única voz que parece tener el Congreso de Tamaulipas con Paty Pimentel.
El último abuso de poder, a no ser que salga otro más tarde, fue haberles quitado a sus empleados parte de su sueldo, para cubrir un desfalco que ya empezó a chorrear y amenaza con reventar.
El caso es que Xico no se quitó ni un centavo de sueldo para contribuir con ese faltante que él mismo tomó.
Ha empinado al municipio, y también a la marca que lo llevó al poder.
Decía Jesús Reyes Heroles: «en política la forma es fondo» y no se equivocó.
El desaseo personal del alcalde Xicoténcatl González: greñudo, desfajado, y sin afeitar, nos muestra lo que hay detrás de él: indisciplina financiera, y valemadrismo del cargo.
Ni modo, a todos nos engañó.
Ya vendrá otro que nos venda ilusiones nuevas.
Ojalá y no le guste estar con el mosquero y oliendo siempre a trasero de caballo.
Saludos.