Este 30 de marzo cumplimos un año de que el Gobierno Federal decretó la pandemia de COVID- 19 como emergencia sanitaria nacional.
El panorama luce alarmante, los datos reportados indican la existencia de más de 2.2 millones de casos confirmados y la cifra oficial de 200 mil defunciones que sabíamos imprecisa, ha alcanzado las 321 mil muertes gracias a una actualización del RENAPO.
Esto es 62% más de lo reportado y 435% mayor que el escenario catastrófico pronosticado por el encargado para la gestión en salud.
Al día de hoy, únicamente el 4.8 % de la población se encuentra vacunada y aún falta por atender al 29% del personal de salud en el sector público y al 65% del personal de salud en el sector privado.
Es muy importante señalar que el 27% de las muertes en personal de la salud fueron de los profesionales de primer contacto, como Médicos generales y Médicos familiares, a comparación del 7% de médicos de cuidados intensivos, por lo que también se deben considerar que aquellos considerados de no-primera-línea tienen un riesgo de morir por COVID-19 igual o mayor que los de primera línea.
El gobierno debe desterrar de su narrativa esa distinción, pues en realidad, todos los médicos son vulnerables.
El manejo de la epidemia en México y en Tamaulipas ha sido errático, se ha fallado en varios frentes. Afortunadamente la experiencia de varios países nos permite identificar las posibles soluciones.
Estados Unidos, un ejemplo paradigmático, ha logrado vacunar a 130 millones de personas en cuestión de semanas. Se ampliaron los lugares de vacunación, desde farmacias privadas, supermercados, centros de salud comunitarios y centros de vacunación masiva impulsados por la Agencia Federal de Gestión de Emergencias.
Apostaron por mecanismos sencillos y ágiles para realizar citas por internet, se tiene georreferenciación para identificar los sitios de vacunación cercanos y la disponibilidad de vacunas. El resultado es que no hay filas, una persona tarda en promedio 15 minutos en ser vacunada y se ha avanzado a un ritmo extraordinario.
Se requiere información clara, concisa y creíble, la estrategia de comunicación es un componente vital de un plan de respuesta. Hoy no se sabe qué entidades o municipios serán los próximos en recibir vacunas, se sabe que hay municipios donde no se están aplicando la totalidad de las vacunas por desconocimiento de los sitios donde se lleva a cabo esta acción.
La coordinación con los gobiernos estatales ha sido deficiente.
Mientras no se cuente con vacunas suficientes, se debe impulsar con fuerza una estrategia de trazabilidad dual. Por un lado, para efectuar la vigilancia epidemiológica que permita identificar, controlar y evitar que personas enfermas contagien a otros.
Esta labor de seguimiento es muy importante para recabar: la fecha que se tomó el examen, el inicio de la cuarentena, cuándo presentó sintomatología y cuándo está de alta el paciente o si presenta síntomas después de 14 días.
En el sector privado hemos estado y seguimos estando listos para apoyar a la sociedad y a las autoridades en lo que se requiera, alzamos la mano para participar en la estrategia de vacunación con el único fin de acelerarla y que la mayor cantidad de mexicanos estén vacunados en el menor tiempo posible.
No queremos ni una muerte más.
México puede aprender de las mejores prácticas internacionales, poner esta etapa en manos de científicos y expertos dejando de lado la política; porque son mucho pero mucho más importantes las vidas que los votos.